En la melancolía de la fría noche,
al igual que brisa cautelosa,
Ella, apareció sin avisar.
Forja de un naciente umbral,
adalid de un universo nuevo,
mi ánimo extasiado
hizo un guiño a su sospecha;
- Era Ella.
Coronada con las armas
de un Apolo ahora lejano,
exultante, desfilé hacia su abrazo.
Creación de un vínculo sublime,
rítmica cadencia entre mi voz y tu oído,
asamblea de delicias olfativas,
de caricias emuladas,
de vivencias elegidas.
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